sábado, 26 de enero de 2008

Coordinador de Tránsito y Vialidad, causando embotellamientos


Rubén Moreno Alfaro, coordinador de Tránsito y Vialidad de Comitán, no quiso regalarme una llamada telefónica. Dejé mi tarjeta en sus oficinas para que se comunicara con un servidor y ni en cuenta.

Fue un día en que mi carro quedó varado durante una hora y media en un tramo de cien metros, frente a la Central de Abasto “28 de Agosto”.

Era desesperante escuchar tantos cláxones al unísono, para presionar al de enfrente, y el de enfrente al de adelante, y el de adelante al de enfrente, sin que el flujo vehicular se moviera un ápice.

Decidí apagar mi carro para investigar qué pasaba adelante, y me encontré con dos situaciones que estaban motivando el embotellamiento: el primer factor eran las camionetas de bajo tonelaje que hacían alto total impunemente en plena calle, los conductores de esas unidades que apagaban la unidad, subían a la canastilla para desatar las cajas de tomates, bajar la mercancía y dejar sobre la acera una caja, subir por una caja de cebollas, bajarla hasta la calle, volver a subir por una caja de chiles, bajarla hasta la acera, volver a subir por una caja de aguacate, bajarla ya saben a donde, y así, con varias subidas y bajadas, hasta terminar de descargar toda su mercancía.

Cada camioneta se tomaba un promedio de 15 minutos para descargar su mercancía, los mismos que había que esperar sin infartarse.

Una señora decidió, enojada, ir a buscar a algún elemento de vialidad municipal, bajo el mando de Rubén Moreno Alfaro, y encontró uno en la mera esquina, con una patrulla estacionada, con sus intermitentes en acción.

El señor acababa de quitar unas placas de algunas unidades estacionadas sobre la primera cuarta poniente sur, esquina con la Central de Abasto “28 de Agosto”. Las tenía en su mano, presumiéndolas.

Con ira le pidió que por favor fuera a hacer algo para agilizar el transporte unos metros arriba, donde los de bajo tonelaje bajaban su mercancía con toda la calma del mundo, a pesar de las decenas de conductores que seguían con los sonoros cláxones a todo lo que daban.

Pero el oficial de tránsito no quiso ir, él quería bajar placas de carros que a su juicio estaban cometiendo alguna infracción.

En realidad este oficial contribuía, en mucho, a empeorar la situación vial, pero no sólo no quiso apoyar a los conductores varados, sino que siguió con su “operativo” personal, de quitar placas, hasta conseguir cinco, según la inconforme.

Lo único que dijo cuando el reclamo fue más airado fue que se comunicaría con su base para que mandaran a otro oficial a intentar desahogar el tráfico embotellado. Que disculpara, pero que él no podía asumir la responsabilidad que le estaban solicitando.

Como quien dice, tenía una sola encomienda: quitar placas a los incautos, y llevar su preciado tesoro a las oficinas del jefe.

No sé si Rubén Moreno Alfaro o Eduardo Ramírez Aguilar, o las oficinas a su cargo, enfrenten alguna crisis, que necesiten dinero, pues. Quizá. Pero la vía utilizada no es la mejor.

En este caso la prioridad debería ser agilizar el fluido vehicular, para que la ciudadanía no sufra paros cardíacos ante tanto estrés que generan los embotellamientos.

En las propias oficinas de Rubén Moreno Alfaro se leen dos consignas, escritas a mano en un pizarrón de acrílico: “mantener libres las paradas de urbanos y áreas señalizadas” y “Verificar que los automovilistas respeten los pasos peatonales, o de lo contrario INFRACCIONAR”, subrayado de Rubén Moreno Alfaro.

Encontré ese letrero precisamente el día que fui a buscar al funcionario municipal para que me dijera, primero, a quién había mandado que quitara placas en ese lugar, empeorando aún más el embotellamiento, porque se supone que tiene un mínimo de control sobre sus subordinados, y cuántas placas finalmente le había reportado. Y segundo si en sus planes de trabajo tenía considerado buscar alternativas de solución para evitar esos problemas a los automovilistas que por desgracia tienen que pasar por la Central Tomatera.

Como llegó las 8 y media de la mañana y el señor no se presentó, pregunté si iba a llegar a trabajar o no. Y la respuesta fue que sí, pero que más tarde, porque por la noche y madrugada había tenido que estar despierto, haciendo quién sabe qué cosas, relacionadas con su dependencia. Verdad o mentira, solicité que el señor se comunicara conmigo, dejándole mi tarjeta donde tiene mis números telefónicos y hasta correo electrónico.

Pero es la fecha que ni correos ni llamadas ni nada. Bueno, seguramente este funcionario tiene la idea de que su patrón es el Presidente Municipal, Eduardo Ramírez Aguilar, no los ciudadanos que habitamos en Comitán, que somos los que le pagamos con nuestros impuestos su jugoso salario.

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