Alrededor de 50 mil pesos gastó el ex novio de Nayeli Carolina Abarca Herrera para que ésta se hiciera dos cirugías plásticas: una de nariz, otra de senos.
La bella hembra, vanidosa como todas, deseaba que el espejito le dijera su verdad, la única que a ella le interesaba escuchar.
- Espejito, espejito, di, ¿quién es la más bella de todas las mujeres de Frontera Comalapa? Y el espejo contestaba:
- Tú eres, oh Reina, la más bella de todas las mujeres de esta comarca, pero podrías serlo más si te hicieran un “trabajito” en la nariz y te agrandaras un poco los pechos, parecen “limoncitos” tiernos del ejido Lajerío.
Entonces la más cercana colaboradora de Irán Mérida Matamoros habló con su príncipe, el comiteco José “N”, y convenció a éste de que le “invirtiera” para que ninguna Blanca Nieves fuera a quitarle su lugar en el palacio que cada día se convierte en algo más que una frontera.
El apuesto y adinerado novio no se negó, tomó a Rocinante, su veloz caballo, y volvió en unos minutos con las alforjas llenas de dinero.
Llevaban diez años de enamorados y ni modo que por escasos 50 mil pesos todo se viniera para abajo, si además ella se veía en una próspera carrera política, apuntando hacia la presidencia municipal.
Él, de hecho, la adoraba, y de alguna manera pensaba que esa “pequeña” inversión también le traería beneficios, porque al final ella le habría de “recompensar” con algunos centímetros “extras” de placer. ¿Qué de un par de limoncitos a dos melones de la productiva Zona de Riego?
Pero, súbitamente, todo se vino abajo.
Ella comenzó a cambiar tan pronto llegó a la presidencia municipal, acompañando a Mérida Matamoros.
El cambio más radical de Nayeli Abarca con su novio de toda la vida fue al entrar ésta a
Poco a poco dejó de contestar las llamadas telefónicas y los mensajes de texto. Algo andaba pasando.
Luego dejó de viajar a Comitán, donde solían verse y pasar momentos felices, construyendo castillos en el aire… y comenzó su debacle.
Al chico le entró la depresión, y cercano estuvo del suicidio.
“Me sentía frustrado porque no quería casarse conmigo, siempre habíamos hablado de una vida juntos pero esto nunca sucedió. Fueron diez años de relación. No pasaba ni un solo día en que no pensara en ella, me la pasaba llorando. Todo me daba igual, quería morirme, no había persona que para mí valiera más la pena que ella. Era un sentimiento horrible, ya no sabía que hacer, sentía que la única solución era la muerte”, solía decir, según reconstruyen sus más cercanos amigos.
Y, entonces, un foco se le alumbró y decidió curar las heridas de amor ocasionadas por la hermosa y erótica muñeca de níveo color.
Decidió salir de Comitán para que ninguno de sus rincones le hiciera revivir el inmenso dolor.
Su destino, Cancún.
Nada que le ligara con
Y, cosas del destino, en el camino se encontró a
“Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio ¿y coincidir?”
Así lo escribió Alberto Escobar y cantó Silvio Rodríguez:
“Si la vida se sostiene por instantes / y un instante es el momentos de existir / si tu vida es otro instante... no comprendo / tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio? y coincidir”.
Pudiendo haber viajado ella (con Irán) otro día, pudiendo el novio haber tomado su auto y viajar a 160 por hora para ver si se encontraba con el ángel o la muerte, teniendo tantos siglos por delante, ¡¡¡y coincidir!!!
Habiendo tantos vuelos en tantos horarios, habiendo tantas aerolíneas, teniendo tantas opciones, ella y él, ¡¡¡y coincidir!!!
Porque sí, ellos dos viajaban hacia el Sur del Continente Americano, a las exóticas playas y suntuosos hoteles de Brasil, con diminutas tangas en la maleta, y el novio hacia Cancún, con el clásico bóxer, pero la vida o Silvio Rodríguez los hizo coincidir.
“Mira si es grande el destino y esta entidad muy chica”, habría cantado Ricardo Arjona.
Pero el “hubiera” no existe.
Aquella operación, que pretendía conseguir una armonía no sólo de la nariz, sino de todo el bello rostro con el universo, quedará simplemente en el recuerdo.
Y aquella operación con una de las mejores técnicas de cirugía estética en los senos será para…
Nadie sabe para quién invierte.
¿Quién entiende a las mujeres?
Amén.
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