En el Partido Democrático de En Caliente las promesas se cumplen. Por eso hoy nos toca hablar de las calenturas del Padre Nati, el auténtico u original, no el de Frontera Comalapa.
Cuenta mi amigo Raúl Espinosa Mijangos, Director de la Biblioteca Rosario Castellanos, caricaturista de los mejores en la entidad, que el Padre Nati era originario de La Trinitaria y su nombre era Natividad Gordillo.
Él era de origen humilde, y por eso tenía gran arraigo popular. Era desfachatado, sincerote en su forma de hablar, y porque tenía entre sus cualidades esa sinceridad y lo expresaba de forma muy original que se cuentan tantos chistes de él. Hagan de cuenta que es El Pacho, pero con sotana.
Se dice que en los sermones era muy crítico, señalaba con índice de fuego los abusos los de los latifundistas, de los ricos, aunque si algún rico le daba “un buen chayo” para ayuda de la iglesia, ya era intocable para él.
Eso sí, por si alguien se pasaba de lanza que porque le había dado “el apoyo económico” en la homilía, a la hora del sermón, era señalado por el de forma directa y prácticamente “rompían relaciones”.
Se cuenta que durante la persecución religiosa, que se dio en todo el país, no sólo en Chiapas, el Padre Nati se las ingeniaba para dar misa en las casas, a escondidas, en lugar de hacerlas en la iglesia. Podía hacer falta todo, menos la realización de ese servicio religioso que sirve para espantar al diablo.
Se cuenta que en alguna ocasión, una señora, al ver al padre en la calle, le pregunta si va a haber misa, y el Padre Nati, con su estilo peculiar sincerote y para que no le quedara ninguna duda a la feligrés le contestó: “A huevo hija”.
También se cuenta que en una cuaresma, cuando en el calendari religioso se procura la mayor espiritualidad y se promueve el ayuno, la vigilia y la baja de lonjas o de peso, en una comunidad indígena el Padre Nati no lograba darse a entender porque la gente no dominaba el español, y estaba diciendo que no se debía comer carne de res ni cuerpo ni de pollo. En eso un indito le preguntó si podía comer aunque fuera el hígado, pero él lo dijo “jígado”. Entonces él le respondió: “Ni mierda indio pendejo”.
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