Hace tres años voté por el candidato Arnulfo Elías Cordero Alfonso, para diputado federal. Primera vez que votaba por el PRI.
Esa vez dije el motivo por el cual no votaría por la candidata perredista,
Tres años después, como todos, otra vez me enfrentaba a la misma situación: por quién votar.
Tenía como opciones a Patricia Armendáriz del PAN, Rosi Guadalupe Pérez por el PRD, Roberto Albores Guillén por el PRI y PVEM, el Doctor Gómez Alfaro por el PT y Convergencia, y Arnoldo Hernández Mérida, por el PANAL.
El Arnoldo me cayó bien, pero su pequeñísimo partido como que no le daba muchas oportunidades de competir. El llamado del voto útil me dijo que no era la opción, además de que la “chucky” Elba Esther Gordillo me cae muy mal.
El Doctor Gómez Alfaro del PT y Convergencia por momentos me jalaba, sobre todo por su enorme calidad moral. A punto estuve de votar por él. La crayola se posó durante algunos segundos en la esquina del cuadro donde estaba su nombre. Habría sido mi segundo voto petista en mi vida. Pero no.
Pasé por el cuadro donde aparecía el nombre del candidato del PRI, Roberto Albores Gleason, con quien abordamos los temas del combate a la tuberculosis, problemas de contaminación ambiental, proyectos de desarrollo ecoturístico… pero ahí veía el logo del PRI. Me pasé al PRD.
Rosy Guadalupe Pérez se leía ahí, habría sido mi enésimo voto por el PRD, pero de inmediato recordé una demanda penal en mi contra, por el delito de chantaje, que presuntamente cometí en contra de la abanderada perredista. No lo creí conveniente. Me pasé al PAN.
De Patricia Armendáriz recordé la única charla en su casa, a lo largo de la campaña. También habíamos tocado los temas del combate a la tuberculosis y proyectos de desarrollo ecoturístico. Pensé en su sólida formación intelectual. Habría sido mi segundo voto azul. Pero no.
Volví otra vez sobre el nombre del Doctor Gómez Alfaro, quien antes que ser del PT y Convergencia es del PRD. Él, sin embargo, nunca pidió mi voto. No lo vi. O no lo oí. Además, el voto útil me volvía a llamar. No.
Pensé en el escenario nacional.
Era importante que el PAN tuviera un contrapeso en el Congreso de
La brecha entre pobres y ricos se ha ensanchado más con la llegada del PAN y los empleos no se han generado como Felipe Calderón prometió en campaña, a pesar de autodenominarse el “presidente del empleo”. Ni eso ni aquello de las manos limpias ha sido una realidad.
Además, el PAN ya había tenido su oportunidad, con un voto mío, lo mismo que el PRI y el PT.
Es decir, ya había votado amarillo (varias veces), azul (una), rojo (una también) y tricolor (también una).
Me faltaba un color: el verde.
El verde en esta ocasión iba con Roberto Albores Gleason, con quien abordamos los temas señalados arriba.
Entonces vino a mi cabeza el compromiso de Albores Gleason de apoyar a mis amigos tuberculosos con despensas semanales, mientras dure su enfermedad, los tres años de su gestión como legislador.
Además de mi amigo Arnoldo Hernández Mérida, del PANAL, Roberto Albores Gleason también había sido claro en su intención manifiesta de apoyar a esa gente que requiere del apoyo de los que tienen algo de dinero en su bolsa. Junto a él, su cercano colaborador, Armando Aguirre, no sólo ha sostenido su compromiso personal de apoyar con despensas, sino lo ha hecho real, contante y sonante, durante toda la campaña, y lo que viene.
Una llamada telefónica al amigo Aguirre intentaba terminar con las ya mínimas resistencias a favor de Albores Glesaon: ¿Signamos el compromiso de apoyar mensualmente con tantas despensas semanales a las familias con algún enfermo de Tuberculosis?
“Adelante, hasta disminuir sustancialmente el problema en la región”, fue la respuesta.
Además, otro distinguido verde comiteco (Lalo Ramírez) ha venido apoyando a esos mis cuates enfermos de tuberculosis con despensas efectivas semanales, entregadas en los hogares por
Así que, por primera vez, voté verde… y
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