martes, 28 de agosto de 2007

Candidato a la diputación local, desarraigado


Rigoberto Guillén Pérez sigue caminando por la región fronteriza, aunque solo. Es el más desarraigado de los candidatos que buscan la diputación local por el VI Distrito. Tiene más amigos en Tuxtla que en Comitán, La Trinitaria, Tzimol y Las Rosas. Allá lo conoce mucha gente, en los municipios fronterizos a los que pretende representar no, ni porque ahora camina por calles y avenidas a pie, ni porque ahora busca sostener reuniones de proselitismo. Va camino a la derrota.

Frente a él tiene a dos candidatos malos, pero uno de ellos le va a ganar al Rigo, un golondrino que sólo asoma la cabeza cuando se acercan los períodos preelectorales.

Rigo tuvo la buena fortuna de que en la contienda interna descalificaron a Jorge Constantino Kanter a la mala. De otro modo ni siquiera le iba a ver la sombra, porque la ventaja en liderazgo y popularidad del edil comiteco no tenía comparación con su propia numeralia. Era un David contra Goliat o contra un mounstro, a quien no iba a hacerle ni cosquillas. La única esperanza del Rigo era precisamente que sacaran del juego a Kanter, porque había un proceso de expulsión en su contra. Al otro que enfrentaba en la interna era Víctor Guillén Guillén, quien a pesar de sus traiciones al PRI pretendió obtener la candidatura. Por eso el Rigo sentía brillar, pues, además, presumía que ninguna derrota interna anterior (la última frente al bolo del Chato Ortiz Gutiérrez).

Rigo, vas a perder, si te ganó el teporocho del Chato Ortiz que no te gane el Charrinel. Y precisamente pierdes ante los bolos estos porque ellos, al menos, han vivido en esta zona. Precisamente toman trago con los campesinos. Y, en el caso de Darinel, toma trago popular, puro “charrito”, por eso le dicen Charrinel. Por lo visto entre un bolo y un desarraigado, siempre pierde Rigoberto Guillén Pérez.

Claro, Darinel Alvarado Villatoro también tuvo la suerte de no enfrentarse al monstruo de Jorge Constantino Kanter. De hecho, en su agenda estaba contemplada renunciar a la candidatura a la diputación, para no hacer el ridículo. Lo publicamos aquí, y no hubo desmentido alguno, sino la reiteración de que, en efecto, el liderazgo y la popularidad estaban en otro lado.

Además, el apoyo de Juan Sabines no iba a estar del lado de Darinel sino de Kanter, a quien Juan Sabines le debe buenas facturas, prácticamente la gubernatura, porque si alguien le pegó y duro a Josean hasta derrotarlo fue el aún edil comiteco. En este caso Charrinel era la “segunda” carta, ya que, aun cuando fuera bajo las órdenes de Kanter, pero Charrinel también trabajó por la candidatura sabinista.

Ahora, ya sin Kanter en el camino, todo está despejado. Así lo reconoció cuando se acercó a un servidor en un restaurante comiteco, y dijo que la política es cosa de escenarios, y que en este caso el panorama, por fin, era prometedor para él, pues ya a Kanter lo habían hecho a un lado, a la mala, a pesar de ganar ampliamente la consulta realizada por el PRI.

Ahora, por eso, el apoyo de Juan Sabines para que gane la diputación local será para Charrinel Alvarado Villatoro. Las delegaciones del gobierno del estado trabajan para él, Charrinel visitó a cada uno de los Delegados para solicitar su apoyo, además de tocar a las puertas a cada los presidentes municipales de Comitán y Tzimol, a quienes les llegó a pedir paguita, gasolina, despensas y lo que tuvieran a la mano para su campaña política.

Por eso va a perder Rigoberto Guillén Pérez, porque se enfrenta a bolos con arraigo, pero, además, con apoyo del gobierno estatal.

“Si no soy bolo de ahora”, ha de decir Darinel Alvarado Villatoro.

Víctor Hugo Ruiz Guillén, a punto del naufragio

La otra esperanza de Rigo es Víctor Hugo Ruiz Guillén, una tablita que navega en medio de un mar enfurecido, con ráfagas de 250 kilómetros por hora, gracias al huracán “Dean”, y del que puede venir un naufragio.

Agarrarse de esa tablita no va a dar muchos resultados, porque no se ve por dónde pueda llegar a buen puerto.

Sin dinero, con operadores que meten la pata a cada rato, con gente en la planilla que nunca ha estado bien vista e, inclusive, han mordido el polvo por sus derrotas electorales.

Desde un principio han venido navegando contra corriente, porque la misma gente del PRI le ha reiterado su rechazo.

Por encima de todo el error de no haber ido al debate. Hubiera tenido una magnífica ocasión para mostrarse, hacerse visible, exponerse ante el público. Quizá, inclusive, hubiera lucido su intervención.

Lejos de eso se puso a pelear con los de la ACCO, a la cual, por interpósita persona, calificó de “organización patito”.

Es decir, si sólo ir hubiera evitado broncas, haber ido hubiera servido para conseguir raiting.

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