domingo, 4 de noviembre de 2007

Dos mujeres con discapacidad, en el abandono total





Clara Luz Guillén Ruiz y Patricia del Carmen Ramos Guillén son dos personas con discapacidad que viven solas y en total desamparo, en el barrio 27 de junio, atrás de una escuela bilingüe, en esta ciudad de Comitán.

Clara Luz, originaria de la Finca La Esperanza, municipio de Motozintla, es la madre, Paty la hija; aquella, de 50 años de edad, enfrenta discapacidad motriz, resultado de una rara enfermedad, y ésta Síndrome de Down, ya de 23 años de edad.

Viven desamparadas desde que el esposo de Clara y padre de Paty las abandonó a su suerte, dejándolas ahí, en una casa de tablas y lámina, de 30 metros cuadrados, donde el frío se cuela por las múltiples rendijas y cala los huesos.

Cierto, la señora tiene dos hijos más, pero no sólo sirven para apoyarlas, sino que incluso les sangran lo que personas altruistas suelen regalarles para sobrevivir.

Y, para sobrevivir, cuando la ayuda de las personas no llega, se sostienen a base de agua de té de limón, sin azúcar, o agua de Maseca, también sin azúcar, invernando en dos camastros para evitar que las pocas reservas de energías se consuman, mientras llega la ayuda humanitaria.

Estas dos mujeres viven permanentemente damnificadas desde hace cuatro años, esperando la voluntad de Dios para que conmueva a las autoridades municipales o estatales, y las tomen en cuenta. Hasta ahora no ha sucedido.

Clara Luz Guillén Ruiz, la madre, no puede caminar, y para hablar le resulta complicado, pues una parálisis parcial la mantiene con esas dos limitaciones.

Aún así, con apoyo de Paty, se traslada de la casa al lavadero para lavar su propia ropa, con serias dificultades para mantenerse de pie. Apoyándose en los codos lo consigue y termina su quehacer.


Paty, una chica con Síndrome de Down y discapacidad intelectual podría lavar esa ropa, pero gasta mucho jabón y entonces sólo recurren a ella cuando no queda ninguna otra opción.


Desde hace diez años la señora Clara Luz vive así, sin el apoyo de sus piernas por una extraña enfermedad, acompañada de aparente arteriosclerosis múltiple, y desde cuatro fue abandonada por el marido.

Ella quisiera ir a misa a rendirle tributo a Dios y rogarle por los suyos, pero no puede, pues si caminar en suelo parejo le resulta difícil, sólo con apoyo y por escasos cinco metros, en un terreno accidentado por donde vive, donde los vehículos no logran entrar, le resulta imposible.

Sus ingresos netos son de Cero pesos.

No tiene los beneficios de ningún programa de gobierno, ni siquiera Oportunidades.

Tampoco puede tener los beneficios de alguna institución de salud, porque no puede trasladarse a ningún consultorio o clínica.

Estas dos mujeres, con capacidades diferentes, pero sin capacidad para autosostenerse, ocasionalmente obtienen la ayuda humanitaria de personas como Cristina, Antonia, Francisca, Guadalupe, quienes no autorizaron publicar sus apellidos porque, dicen, no buscan publicidad, sino sacar de apuros a una persona que ha sido olvidada por toda institución.

De hecho lo que hoy tienen en la casa, entre otras cosas una licuadora, un aparato para recibir la señal de televisión y una estufa, han sido regalos de esas personas bondadosas.

Algo habrá que hacer para sacar a estas personas del abandono total, de sus propios familiares, de las instituciones y sólo asistidas por Dios, a través de las personas que luego, de vez en vez, les apoyan para que tengan de comer.

Hay instituciones dedicadas a atender a las personas con discapacidad.

Las hay aquellas que atienden la pobreza extrema, del gobierno municipal, estatal y federal. Que de las tres se haga una, por favor.

Las hay instituciones particulares que, aunque son criticadas por primero sacarle los ojos a las personas y luego regalarles los lentes, en esta ocasión pueden hacerse presentes y buscarle salidas alternativas a estas dos personas con discapacidad y en el abandono total.

Y está Francisco Javier Ruiz Vera, el periodista social de la XEUI, por ahora muy ocupado en la colecta de víveres para tabasqueños y chiapanecos afectados por las intensas lluvias, quien ha destacado por su labor humanitaria, apoyando a enfermos con problemas muy difíciles, a familiares que han perdido a sus seres queridos fuera del país y en muchos otros casos.

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