martes, 11 de marzo de 2008

Cría cuervos…






Cuando ya estaban encima las elecciones municipales, la dirigente municipal del Partido del Trabajo (PT) en Las Rosas, Guadalupe Hortensia Gamboa Guillén, fue enviada a la cárcel por José Domingo Argüello Ruiz, mejor conocido como Chemingo Argüello, o el "Ramiro II".



Fue Amador Rodríguez Lozano, el entonces Coordinador General de Gabinete de Juan Sabines Guerrero, además de representante en el Distrito Federal de la administración sabinista, quien movió los hilos del poder para encarcelarla.



Siendo entonces el virrey, tenía todo el poder en sus manos, y por lo mismo su "ahijado", el "Ramiro II" o "Chemingo Argüello" le pidió "encarecidamente" que le "echara una mano", llevando a la gordita de Meneses al Amate, nada más.



¿Cuál era la intención del pevemista Ramiro II?

Evitar un desaguisado en la elección del 7 de octubre, y que no le hicieran "un hijo", menos a sus casi 70 años de edad.



Porque resulta que ya desde entonces habían aparecido las "diferencias" con el grupo de Chemingo Meneses.


De hecho, desde esas mismas fechas quisieron hincarle las uñas al chaparrito huarachudo, pero éste se defendió. Primero se fue a refugiar en algún lugar de la Selva Lacandona, y luego se amparó, más tarde le concedieron el amparo definitivo, pues no hay delito que perseguir.



Tampoco a la mamá de la actual regidora petista, la Karla Gamboa, por supuesto.

Ninguno de los dos cometió ningún delito de los que les imputaron, son inocentes, simplemente son una mujer y un varón que luchan por causas sociales, vinculadas a la gente pobre, que, en este caso, sufren de las altas tarifas de la Comisión Federal de Electricidad.



Pero resulta que ni la gordita ni el guarachudo se tiran de tapete de nadie, y cuando "Ramiro II" vió que ambos eran una piedra en su zapato- en cada uno de sus zapatos boleados- les mandó encarcelar, aprovechándose de que el hoy Ministro de Justicia es su padrino, reactivando una orden de aprehensión en su contra.



Aquella detención de Hortensia fue un claro mensaje de "Bájale de ovarios", y la actual de Chemingo Meneses fue de "bájale de productos de gallina".

Lo malo es que a Chemingo Meneses no se le doblega de ese modo.



Y me temo que para lograr aquietarlo van a tener que darle de balazos, porque ni aún encarcelado podrían calmar sus ímpetus ni mucho menos detener su lucha.

Hay mucha diferencia entre un Chemingo y el otro, sin duda alguna.

Pero la culpa de todo la tiene el Meneses huarachudo.

Él lo creó, él lo parió, él lo hizo presidente municipal.

Así es de sucia la política.

Chemingo huarachudo está sufriendo lo que viven en carne propia las pulgas de mar, las madres más sufridas del orbe.

Para el breviario cultural de "Ramiro II", a las madres pulgas de mar les toca morir cuando tienen que alimentar a sus pequeños alevines.

Ellas no dudan en ingerir a sus propios hijos para alimentarlos dentro de su panza.

Pero la nota no es esa, sino que sus "malos hijos", tipo "Chemingo Argüello o Ramiro II", se comen a la madre, a la pulga de mar.



La pulga se traga a sus hijos para que su propio cuerpo les sirva de alimento.

Así, de esta forma tan abnegada, engendra la nueva generación de pulgas que por miríadas se dirigen de nuevo al mar, todas con el mismo fin.


Y a Chemingo Meneses, que le ha tocado llevar a esta "pulga pinolteca" a la presidencia, en lugar de agradecerle lo mandan encarcelar, como ya lo hizo con la Hortensia Gamboa. ¿Quién se partió la maternidad golpeteando día a día al Ramiro Aguilar Castañeda todo el trienio anterior? Chemingo Meneses. ¿Quién tuvo el valor de denunciar las porquerías de la administración ramirista y de paso al PAN pinolteco? Chemingo Meneses.



Si buscáramos otro animal que se le parezca al pevemista Chemingo Argüello quizá aplique lo del cuervo, que le saca los ojos a quien hizo favor de criarlo, pero la mera verdad ni los cuervos ni las pulgas de mar merecen esa comparación.

Así que, señora pulga y señor cuervo, no tomen en cuenta todo lo dicho en esta columna.

Les ofrezco una disculpa y de preferencia no pongan nada en su corazón.

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