Los transportistas concesionados desquiciaron el tráfico vehicular este jueves en protesta por la incapacidad del gobierno estatal para resolver el problema del pirataje.
Sin importarles los perjuicios ocasionados a terceros, bloquearon varios tramos carreteros.
Enfermos que viajaban en busca de algún médico u hospital de algunas ciudades se quedaron sin ser atendidos y empeorando su salud.
Otros que iban a cerrar algún negocio perdieron las ganancias que iban a obtener, los que iban a vender tomates u otros productos perecederos también tuvieron pérdidas cuantiosas.
¿Quién va cubrir esos daños y perjuicios? Debe haber responsables de manera inmediata.
Podemos reconocer que quienes bloquearon la carretera incurrieron en delitos graves: ataques a las vías generales de comunicación.
Miles fuimos los afectados: las amas de casa, las personas enfermas, los vendedores de tomate, etc. No tienen la culpa que hayan piratas robándoles su pasaje a los transportistas consecionados; no tienen por qué pagar justos por pecadores.
Los pecadores son, por un lado, los piratas, y, por otro, los funcionarios sabinistas; que se vayan contra ellos, no contra la ciudadanía.
Y de los pecadores los transportistas irregulares son los menos culpables por una razón: quieren trabajar. Han acudido a la Coordinación General de Transporte a solicitar una concesión ¿entonces?
Precisamente son los transportistas concesionados quienes votan en su contra; en las sesiones públicas se oponen para que los piratas reciban sus documentos.
La razón de ello es que no quieren que haya competencia, así surge el atolladero.
Quien debería resolverlo es el gobierno del estado, es trabajo de Juan Sabines Guerrero o de quienes él contrató para que le operen el problema.
En orden jerárquico le corresponde a Juan Sabines, Morales Messner, Secretario de Gobierno; al Coordinador de Trasporte, al Subsecretario de Gobierno de Operación Regional Zona Fronteriza, a los delegados de trasporte, a los delegados de gobierno, a los delegados de tránsito.
Son todos una caterva de ineptos.
Mejor que dejen esa chamba y que se vengan a vender periódicos, que me pidan los que quieran, vendemos mucho en Comalapa, Las Rosas y Tzimol.
Aquí el problema es de corrupción de las autoridades involucradas; los transportistas irregulares acuden al soborno para que los dejen trabajar y los funcionarios de trasporte lo aceptan, mensualmente llenan de paga sus bolsas, derivado de lo que les dan los piratas del buen negocio.
Por lo tanto se hacen de la vista gorda cuando los ven circular, llevando las unidades repletas de pasaje; es lo que les molesta a los concesionarios, es decir, se la hacen los piratas y los funcionarios de trasporte, y la pagamos nosotros los ciudadanos.
CASA DE LA CULTURA
La casa de la Cultura pareciera ser la Casa del Lucro.
Ahí se hace dinero gracias a la cultura, o a la gente ávida de cultura.
Entonces la Casa del Lucro -que no de la Cultura- sólo sirve para hacer negocio.
El problema es que hay gente ávida de cultura que no tiene dinero, por lo tanto el ex Centro Cultural se convierte en un obstáculo para la gente que carece de él.
De tal modo que a la cultura sólo tendrá acceso la gente pudiente.
Mil pesos le cobraban a maestros de la escuela Nicolás Bravo, quienes deseaban enseñar bailes regionales a los niños.
Como no juntaron la paga se fueron a buscar apoyo en otro lado. Pero los maestros Rubén Escandón, Cecilia Aurora Hernández Gordillo y Genny Ogler Funes Corzo, quienes salieron al paso y dieron todo el apoyo a los alumnos (as) de esa institución.
Ellos dieron, gratis, su tiempo, su entrega, sus conocimientos, proporcionaron vestuario, en fin, todo.
Hay quienes, pues, llevan la cultura a las nuevas generaciones por vocación, otros por negocio.
Ah, Edwin Rodríguez no debiera olvidar que fue gracias a que su maestro Alejandro Avendaño llegó ahí donde él está ahorita, de quien seguiría siendo su 'coime' si éste no se hubiera ido a Francia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario