Felipe Calderón Hinojosa, el de la Campaña del Odio mediante la cual consiguió convertirse ya en Presidente Electo de México y, a partir del primer minuto del primero de diciembre, en Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, está cosechando lo sembrado en la pasada contienda presidencial: rencor, odio y violencia.
Su campaña política la basó en eso: fomentó el odio en la inmensa mayoría de las y los mexicanos, al despotricar en contra de Andrés Manuel López Obrador, al convertir a la figura del candidato presidencial perredista en un monstruo odioso, temible y repudiable.
Así, mediante estrategias electorales antiéticas, consiguió ganar algunos puntos porcentuales y, cuando las encuestas lo colocaron cerca de AMLO, el dinero de la Presidencia de la República inició una rabiosa campaña de medios, para justificar con ello, posteriormente, el fraude electoral más costoso en la historia de México.
Con todo eso, Felipe Calderón Hinojosa y el gobierno federal en turno tenían la certeza de una derrota electoral, pero no se quedaron de manos cruzadas, e imprimieron el último "jalón".
Reunieron a los gobernadores priistas, les pusieron en sus manos una encuesta donde se percibía al PEJE apenas dos o tres puntos porcentuales arriba de Felipe Calderón, y les infundieron miedo: "Si ustedes, señores gobernadores no apoyan a Felipe, AMLO va a ganarnos a todos el 2 de julio, México requiere de su patriotismo, Andrés Manuel es un peligro para México, pero más para los políticos priistas y para los panistas, porque nos odia".
Ahora Felipe Calderón está cosechando parte de esa semilla fértil de odio y violencia sembrada sobre suelo mexicano.
Este martes lo vimos todos a través de contundentes imágenes de televisión, en los canales privados y en el Canal del Congreso, en el 632 para quienes tiene Sky.
Los diputados panistas se trenzaron a golpes contra los diputados perredistas, en la disputa de la tribuna de la Cámara de Diputados.
Férnel Gálvez lo relató vía telefónica, al señalar a los panistas como los iniciadores de la batahola y, después, de la madriza protagonizada entre unos y otros.
Los panistas imaginaron a los diputados del Sol Azteca tomando la tribuna del pleno de sesiones, y decidieron tomarla primero, formando una valla humana, para evitar el arribo de los diputados perredistas. Cuando eso se dio, entonces legisladores del Sol Azteca intentaron romper el cerco y se dieron los chingadazos, relató el originario de Comalapa, karateca, por cierto, aunque, según vieron mis propios ojos, no le tocó lanzar patadas voladoras.
Fueron dos los diputados amarillos quienes resultados con fracturas, dijo Férnel, los cuales se vieron en la necesidad de abandonar el recinto, para recibir atención médica oportuna. Uno de ellos fue Darío Lemarroy, de Veracruz, y el otro de Chimalhuacán, Estado de México, quien responde al nombre de Alberto Rojas López.
El escenario en el recinto de San Lázaro es dantesco.
A cada rato se asoman los conatos de broncas. De pronto pasan de ser conatos a reyertas francas, con patadas de uno y otro lado, con jalones de chaleco o corbata, empujones, codazos, recordatorios familiares, entre otros.
Ningún panista puede moverse de la tribuna, tampoco los perredistas. Quien abandone ese lugar habrá perdido.
Y los panistas no quieren perder, porque caer en esa batalla significa anular la posibilidad de ver a Felipe Calderón tomando la protesta de ley el próximo primero de diciembre.
Los perredistas tampoco, porque perder significa correr el riesgo de sufrir la afrenta de ver en tribuna a Felipe Calderón asumiendo el mando formal, con la banda presidencial en su pecho, entregada ahí por Vicente Fox, y delante la mirada de todo el mundo.
Férnel también ve a Oaxaca en el recinto de San Lázaro. "Si los panistas no hubieran cedido al chantaje de los priistas, y los dos presidentes, Vicente Fox y Calderón Hinojosa, hubieran aplicado la ley en Oaxaca, entonces no tendríamos este escenario. Pero decidieron sostener, con agujas, a Ulises Ruiz en el poder, y estas son las consecuencias", dijo.
Pero no, los panistas quieren gobernar de la mano de los priistas, siguen considerando a los perredistas como "millones de peligros para México". Y si hubieran accedido a la demanda de los oaxaqueños, quienes exigen la desaparición de poderes en esa entidad, entonces serían los priistas quienes estuvieran a las greñas con los panistas.
Bueno, a las greñas y a las patadas.
Pero como el hubiera no existe, pues veremos a diputados panistas y perredistas rompiéndose la geta.
Por ahora siguen acuartelados. No pueden salir del recinto oficial, ni siquiera sentarse en sus curules, hacen guardia en tribuna, para evitar su toma.
Curioso, pero, en serio, para evitar la toma de la tribuna, ambos grupos de legisladores la mantienen tomada.
Paradojas de la vida.
Ahí se les ve, sentados donde pueden algunos, de pie otros, dando entrevistas unos más, los de más allá provocando a los de más acá.
Algunas diputadas bostezan abiertamente, aunque luego despiertan cuando regresan los gritos y mentadas.
Algunos diputados jugaban con sus celulares, o contestaban llamadas.
Otros más recibían indicaciones de sus familiares a acercarse a la cámara: "Acércate, te quiero ver, ahí estás, síííí, ya te vi, levanta la mano, salúdame, mándame un beso, mi amor, pórtate bien, te ves lindo vestido con tu traje y esa corbata, mi regalo de cumpleaños".
Y los diputados, en esos casos sí obedecían la voz de mando del otro lado.
Algo se relajaban de todo el clima de tensiones de ese lunes negro, 28 de noviembre.
Su campaña política la basó en eso: fomentó el odio en la inmensa mayoría de las y los mexicanos, al despotricar en contra de Andrés Manuel López Obrador, al convertir a la figura del candidato presidencial perredista en un monstruo odioso, temible y repudiable.
Así, mediante estrategias electorales antiéticas, consiguió ganar algunos puntos porcentuales y, cuando las encuestas lo colocaron cerca de AMLO, el dinero de la Presidencia de la República inició una rabiosa campaña de medios, para justificar con ello, posteriormente, el fraude electoral más costoso en la historia de México.
Con todo eso, Felipe Calderón Hinojosa y el gobierno federal en turno tenían la certeza de una derrota electoral, pero no se quedaron de manos cruzadas, e imprimieron el último "jalón".
Reunieron a los gobernadores priistas, les pusieron en sus manos una encuesta donde se percibía al PEJE apenas dos o tres puntos porcentuales arriba de Felipe Calderón, y les infundieron miedo: "Si ustedes, señores gobernadores no apoyan a Felipe, AMLO va a ganarnos a todos el 2 de julio, México requiere de su patriotismo, Andrés Manuel es un peligro para México, pero más para los políticos priistas y para los panistas, porque nos odia".
Ahora Felipe Calderón está cosechando parte de esa semilla fértil de odio y violencia sembrada sobre suelo mexicano.
Este martes lo vimos todos a través de contundentes imágenes de televisión, en los canales privados y en el Canal del Congreso, en el 632 para quienes tiene Sky.
Los diputados panistas se trenzaron a golpes contra los diputados perredistas, en la disputa de la tribuna de la Cámara de Diputados.
Férnel Gálvez lo relató vía telefónica, al señalar a los panistas como los iniciadores de la batahola y, después, de la madriza protagonizada entre unos y otros.
Los panistas imaginaron a los diputados del Sol Azteca tomando la tribuna del pleno de sesiones, y decidieron tomarla primero, formando una valla humana, para evitar el arribo de los diputados perredistas. Cuando eso se dio, entonces legisladores del Sol Azteca intentaron romper el cerco y se dieron los chingadazos, relató el originario de Comalapa, karateca, por cierto, aunque, según vieron mis propios ojos, no le tocó lanzar patadas voladoras.
Fueron dos los diputados amarillos quienes resultados con fracturas, dijo Férnel, los cuales se vieron en la necesidad de abandonar el recinto, para recibir atención médica oportuna. Uno de ellos fue Darío Lemarroy, de Veracruz, y el otro de Chimalhuacán, Estado de México, quien responde al nombre de Alberto Rojas López.
El escenario en el recinto de San Lázaro es dantesco.
A cada rato se asoman los conatos de broncas. De pronto pasan de ser conatos a reyertas francas, con patadas de uno y otro lado, con jalones de chaleco o corbata, empujones, codazos, recordatorios familiares, entre otros.
Ningún panista puede moverse de la tribuna, tampoco los perredistas. Quien abandone ese lugar habrá perdido.
Y los panistas no quieren perder, porque caer en esa batalla significa anular la posibilidad de ver a Felipe Calderón tomando la protesta de ley el próximo primero de diciembre.
Los perredistas tampoco, porque perder significa correr el riesgo de sufrir la afrenta de ver en tribuna a Felipe Calderón asumiendo el mando formal, con la banda presidencial en su pecho, entregada ahí por Vicente Fox, y delante la mirada de todo el mundo.
"OAXACA, PRESENTE ESTE PRIMERO DE DICIEMBRE EN SAN LAZARO": FERNEL
Férnel también ve a Oaxaca en el recinto de San Lázaro. "Si los panistas no hubieran cedido al chantaje de los priistas, y los dos presidentes, Vicente Fox y Calderón Hinojosa, hubieran aplicado la ley en Oaxaca, entonces no tendríamos este escenario. Pero decidieron sostener, con agujas, a Ulises Ruiz en el poder, y estas son las consecuencias", dijo.
Pero no, los panistas quieren gobernar de la mano de los priistas, siguen considerando a los perredistas como "millones de peligros para México". Y si hubieran accedido a la demanda de los oaxaqueños, quienes exigen la desaparición de poderes en esa entidad, entonces serían los priistas quienes estuvieran a las greñas con los panistas.
Bueno, a las greñas y a las patadas.
Pero como el hubiera no existe, pues veremos a diputados panistas y perredistas rompiéndose la geta.
Por ahora siguen acuartelados. No pueden salir del recinto oficial, ni siquiera sentarse en sus curules, hacen guardia en tribuna, para evitar su toma.
Curioso, pero, en serio, para evitar la toma de la tribuna, ambos grupos de legisladores la mantienen tomada.
Paradojas de la vida.
Ahí se les ve, sentados donde pueden algunos, de pie otros, dando entrevistas unos más, los de más allá provocando a los de más acá.
Algunas diputadas bostezan abiertamente, aunque luego despiertan cuando regresan los gritos y mentadas.
Algunos diputados jugaban con sus celulares, o contestaban llamadas.
Otros más recibían indicaciones de sus familiares a acercarse a la cámara: "Acércate, te quiero ver, ahí estás, síííí, ya te vi, levanta la mano, salúdame, mándame un beso, mi amor, pórtate bien, te ves lindo vestido con tu traje y esa corbata, mi regalo de cumpleaños".
Y los diputados, en esos casos sí obedecían la voz de mando del otro lado.
Algo se relajaban de todo el clima de tensiones de ese lunes negro, 28 de noviembre.
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