El titular de la fiscalía especializada en delitos cometidos en contra de periodistas, Ignacio Soberano Velasco, llamó a mi número de celular para informarme de los "avances" en torno a la demanda interpuesta por este calententuriento en contra del presidente municipal de Tzimol, Miguel Ángel Morales Vives.
Tres datos son destacables de esa llamada:
El primero es que el proceso está vigente, no se ha archivado. Sigamos concediéndole el beneficio de la duda.
Como parte del procedimiento ya fueron requeridos para declarar los agentes policiales que se vieron en la necesidad de cerrarme el paso el día del informe de los primeros cien días de actividades del recién estrenado alcalde. Como subordinados obedecieron instrucciones, desobedecer implicaba cese fulminante y cárcel durante 24 horas.
"Se vieron en la necesidad" porque no fue a iniciativa propia el que los "polis" me impidieran el paso, sino por "órdenes superiores", y en ese caso las órdenes llegaron de lo más alto de la jerarquía de mandos en Tzimol: Miguel Ángel Morales. No me quieran salir con que fue decisión tomada al arbitrio de algún mando medio, digamos, el comandante de la policía. No quieran ofender mi inteligencia, estamos chupando tranquilos.
El segundo dato relevante es que el fiscal especializado ha consentido que el demandante, yo mero, no tenga que trasladarme hasta la capital chiapaneca para continuar con la querella; es mucho gasto ir y venir para exigir castigo a quien atentó en contra de mis derechos fundamentales o garantías individuales, consagradas en la constitución general. Por tanto, testimoniales, documentales o lo que sea que me pidan las presentaré en el Ministerio Público de Comitán.
Y, tercero y último, es que el abogado de Morales Vives anda pidiendo paz, "un arreglo armonioso", un "acuerdo político". Para mayor claridad anda pensando ofrecerme lana y que yo estire la mano y confirme la teoría aquella del periodista chayotero.
Esa también es mi hipótesis, porque debo señalar que el abogado no me ha abordado, sino que Soberano Velasco, en su llamada, dio a conocer el deseo del representante de Morales Vives de "platicar" con un servidor.
¿Para qué?, le dije al fiscal. ¿Para llegar a un acuerdo armonioso?, le pregunté. "No señor", respondí, sin esperar su respuesta. "Quiero tener la experiencia de la aplicación del estado de derecho", dije. "Es bueno que fortalezcamos a las instituciones", teoricé, ya más emocionado, diría que inspirado y romántico.
Y eso es lo que quiero: conocer la fortaleza de las instituciones de procuración de justicia en el estado, experimentar en carne propia si existe de verdad el estado de derecho o sólo es una linda frase.
Si el alcalde no cometió delito alguno al aventarme a sus policías para evitar mi ingreso, en mi calidad de periodista, al recinto donde rendiría su informe de los cien días, si eso no es violatorio de mis garantías individuales, pues quiero que así lo diga la fiscalía.
Que extienda su mano protectora, que lo cubran con el manto de la impunidad, que con él le construya un biombo, un nicho, para que Miguel Morales y los demás alcaldes se sientan "protegidos" por la Procuraduría General de Justicia de los periodistas delincuentes.
Porque ese fue el trato que me dieron en Tzimol: el de un delincuente.
Y ese mismo trato recibió David Tavernier en Frontera Comalapa, el pasado 4 de febrero del 2009, a manos de los agentes policíacos de Irán Mérida Matamoros, alcalde de ese lugar.
Cómo no, si los alcaldes están envalentonados.
Pueden golpear a cualquier periodista sin que pase nada. Absolutamente nada.
Como si los periodistas fuéramos una subclase de mexicanos: ciudadanos de segunda, sin garantías individuales. O ni siquiera ciudadanos.
La muestra la puso Morales Vives.
En última instancia los periodistas pueden pasar como simples personas que lo mismo pueden ser golpeados hoy y mañana recibir una disculpa, acompañada de un fajo de billetes, y asunto arreglado.
¿Y el estado de derecho? Bien, gracias. ¿Y las instituciones? En su santa gloria.
Por cierto, ¿qué ha hecho la CEDH respecto a las agresiones que recibió Tavernier de los policías de Irán Mérida?
Que me digan que no les compete, si gustan, pero conste que fueron agresiones de una autoridad a un particular.
Por cierto David Tavernier se negó de manera rotunda a interponer una denuncia por las agresiones policíacas en su contra, en el interior del palacio municipal de Frontera Comalapa.
¿Para qué si El Fronterizo del Sur ha interpuesto tantas demandas y todas siguen si resultado alguno?
"No quiero perder mi tiempo", expresó, enfático.
"No creo en el discurso del pretendido estado de derecho que defiende la gente del gobierno", agregó.
Al final de la discusión de ese asunto dijo: "bueno, si por lo menos prospera la demanda en contra del alcalde de Tzimol por las agresiones de sus policías en aquel informe de los cien días, entonces quizá me anime a presentar mi denuncia, si no, prefiero que otros pierdan su tiempo demandando, yo no", y cortó la conversación.
En conclusión: no me interesa dialogar con el alcalde de Tzimol, Miguel Ángel Morales Vives, ni con sus embajadores del PRD, ni con su abogado, ni con absolutamente nadie que quiera convertirse en mandadero del edil. Yo quiero aplicación del estado de derecho.
Punto.
Si la fiscalía especializada tiene todavía algunas dudas del asunto que mande a llamar al Delegado de Gobierno en Comitán, Juan Antonio Cossío Valenzuela; y también al representante del CISEN que presenció los hechos e inclusive tomó las fotos.
Órale, como va, ya, de una vez, no le den tantas vueltas al asunto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario