“Estoy muy molesta”, me dijo la María Guadalupe Castellanos Domínguez, Delegada del Servicio Estatal de Empleo (SEE) en Comitán. “No debiste escribir eso de mí, yo no estoy en venta”, agregó, furibunda. “Es una difamación”, sentenció contundente. Todo fue por teléfono, ciertamente, pero a través del auricular yo podía sentir el peso de su mirada convertida en rayo de odio, rabia y ráfagas de fuego. Me quedé con la sensación que si la hubiera tenido enfrente esta María me habría azotado. Siendo tan grandota, me habría dado un buen majazo y quien sabe si no también un planchazo. “Exijo una disculpa”, me dijo al final. “Discúlpame”, le contesté, inmediatamente. “No señor, exijo una disculpa pública”, reviró. Otra vez me hizo sentir como chucho regañado, aborrecido, de esos que sacan de la sala mientras los látigos le caen encima. Pensé que si me hubiera tenido cerca capaz y hasta me lanza a su hermano José Alfredo, el ex candidato a edil de La Independencia. "Así se hará, leerás mi disculpa pública el lunes, en el mismo espacio, del mismo tamaño”; así le respondí para que no me masacrara con su voz férrea, dura, convertida en acicate. “Si no lo haces te demandaré por difamación, porque así me pusiste como si yo estuviera en venta”, amenazó. De plano no fue mi día, fue mi no-día. Mientas el crédito de mi celular seguía a la baja, porque ella llamaba desde Comitán, y yo estaba en Tuxtla; más tarde un chingo de llamadas desde otro número (que se convirtieron en llamadas perdidas), era ella seguramente, yo le había aceptado la indicación de borrar sus números telefónicos de la página de internet, pero el ultimátum de 3 horas fenecía. Finalmente pude estar frente a una computadora, cuatro horas después. Ya la depresión me andaba enviando a la puerta falsa, casi casi buscando un lazo con cual colgarme de la primera ventana, inclusive calculando si con mi propio cinturón era posible acabar con el resto de mi existencia porque verme en El Amate no me hace feliz, hasta que abrí el correo de “En Caliente” y encontré el siguiente texto, que presumo con mucho gusto, no por otra cosa, sino porque es mi propia medicina, mi terapia y bálsamo, luego de esa madrina propinada contra este sufrido escribidor. Lean y sobre todo lee tú mismo Disraelí: “Creo que no tengo el gusto de conocerte, pero me agrada la naturalidad con la que te expresas, en realidad no me agrada la política pero lo hablas desde un punto de vista que me ha logrado cautivar, en la lectura...espero que sigas escribiendo y sabes me agrada el blog y ya dile a CaDoMi que se apure con lo del chatbox...Saludos”. UHFFFF, no sé que habría hecho si no hubiera alcanzado a leer este correo. Gracias mil, amiga Erika: noreply-comment@blogger.com
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