martes, 6 de febrero de 2007

Josean, ¿por qué Kanter?

José Antonio Aguilar Bodegas no quiere irse así nomás, sino hacerlo luego de haber hecho historia en el estado y, en particular, en el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

De hecho ya hizo historia; y no sólo pasa a los anales de política de Chiapas como el segundo candidato a gobernador del tricolor derrotado, lo cual es ya mucho decir. No, no le basta con eso: Quiere pasar a la historia como el aniquilador de su propio partido político.
Por eso se empeña en jugar sucio en el actual proceso sucesorio, por eso hace lo imposible por ver expulsado del tricolor a Jorge Constantino Kanter.
¿Por qué Kanter? Es la pregunta.
Si ya consiguió la expulsión de Roberto Albores Guillén del PRI, como para comenzar su ola de venganzas en territorio chiapaneco, la siguiente figura, obviamente, era la de Jorge Constantino Kanter.
Kanter fue el operador número uno de Roberto Albores, fue el de la talacha, quien recorrió la entidad para amarrar el triunfo de Juan Sabines, o la derrota del hijo del dedazo tricolor, José Antonio Aguilar Bodegas.
Logrando esas dos expulsiones Josean se habrá de sentir más contento, y habrá de decir, “cierto, me rompieron la cara, pero les dejé sangrando el puño”. O, peor, dirá: “cierto, me la dejaron ir, pero se la dejé zurrada”. Chale, ha de ser triste asumir ese tipo de consuelo, pero bueno.
Nunca habrá de entender Josean que el responsable de la derrota del tricolor el 20 de agosto del 2006 fue la antidemocracia del PRI, el apego de Josean a la imposición, su ambición desmedida. Nuncamente. Siempre habrá de buscar culpables en otro lado, en quienes no se plegaron a sus mañosadas.
El PRI estaría hoy gobernando Chiapas, quizá a través de la misma persona de Juan Sabines Guerrero, porque éste tenía muchas posibilidades de ganar las internas del PRI, obviamente respetando la convocatoria promulgada por el mismo instituto político unos días antes de la estúpida decisión de imponer un “candidato de unidad”, en la persona del tapachulteco, un perdedor compulsivo.
No, eso jamás, en la mente de Josean las palabras de “El PRI soy yo” eran máximas indiscutibles en ese momento.
Por eso no quiso democratizar la decisión de elegir al candidato del PRI, por eso no quiso que las bases priistas ejercieran su soberana decisión de votar por el precandidato con mejor carisma. Por eso quiso amarrar la candidatura tricolor, engañando al mismo Roberto Madrazo Pintado.
En el pecado lleva la penitencia. Ni modo.
Ahora, sediento de venganza, quiere irse del tricolor dejando una estela de odios y rencores, convertidos éstos en priistas expulsados de su partido.
Ya tiene dos en su lista, aunque falta que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE) ratifique la estupidez.
No es segura la consumación de la expulsión de Kanter. Puede no pasar. Y si no pasa Josean va a tragar el trago amargo de la doble derrota.
Vamos a estar pendientes.
Pero, como sea, es prácticamente un hecho que Jorge Constantino Kanter tendrá a cientos de miles de priistas de su lado, y lejos de convertirlo en cadáver, está haciendo de su figura un político cada vez más popular y agigantado.
Como no, si lo está convirtiendo en mártir.
Es muy sencillo entender esto: si Kanter es expulsado no podrá ser candidato del PRI a la diputación local, pero cualquier otro gallo que el tricolor imponga como “candidato de unidad” será derrotado en el Distrito VI por la oposición. Cualquiera.
El pésimo trabajo desarrollado por los dos últimos diputados de este distrito: Víctor Hugo Ruiz Guillén y Roberto W. Ortiz Gutiérrez, será un indicador para los votantes del VI Distrito Electoral para no votar más por un elemento de ese partido.
De hecho, Ortiz Gutiérrez le debe el triunfo a Jorge Constantino Kanter. No había por dónde el Chato Ortiz pudiera ganar una elección, pero los priistas votaron masivamente a favor del ex líder ganadero. Sólo Comitán le dio más de 11 mil votos al candidato a legislador en ese año, más de la mitad de su votación obtenida, porque esa fue la votación lograda por Kanter.
Aquel año, 2004, Lolita Estrada había decidido mover a sus huestes para votar en contra de su propio partido y a favor del PRI, con sus candidatos Jorge Constantino y el Chato Ortiz, sin que nadie pensara en la expulsión de la perredista, premiada años después con una candidatura a diputada federal.
Pero hoy Josean no puede ver hacia delante, sino sólo rebusca en el pasado culpables de su derrota, y le importa un comino llevarse entre las patas a su instituto político en el Distrito VI, donde, si se consuma la salida de Kanter, el PRI perderá la diputación local y, por primera vez en la historia, enviará al Congreso del Estado a un legislador surgido de las filas de otro partido político.

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