No pretendo plagiar el nombre de la columna del gran Sergio Melgar Recinos. Es muy suya.
Pero parece que El Fronterizo del Sur se está convirtiendo en eso: en una piedra en el zapato de alguien, o de algunos.
Pero el chiste no es ese, porque cualquiera puede convertirse en el acicate de alguien, y no pasa de ahí.
El asunto en este caso es el siguiente:
El pasado domingo al iniciar los trabajos de impresión del Fronterizo del Sur (ahora en la página www.elfrontrizosur.com), de pronto se escuchó un desagradable ruido en la máquina (una Offset Heidelberger Kord, cuatro cartas).
Fuimos a checar y, oh sorpresa, tenía rota la banda del motor. Una pieza harto cara, al menos para quienes estamos en este proyecto.
Ni modo, a imprimir en otra máquina. Con un poco de problemas pero se pudo concluir la maquila del Fronterizo del Sur, y los operadores del área, grandes entre los grandes (Delmar González y Josué Aguilar), terminaron al día siguiente, a las 7 de la mañana, pero concluyeron esa fase.
Ese retraso desencadenó otros más, en el reparto, etc, pero llegamos de todos modos a donde teníamos que llegar, salvo excepciones.
Mientras llegaba la pieza de
Y cuando ya comenzábamos a ver alguna luz en el camino (luego de dos días de imprimir en otra Heidelberger Kord), aparece otro problema: la línea telefónica, muerta.
Le buscamos el origen y nada de nada, no somos técnicos.
Lo reportamos al 050 y nos dijeron que enseguida. Fueron los técnicos de Telmex quienes nos dijeron la cruda ralidad: cortaron la línea, con tijeras, en esta parte.
Ya desde que vimos la banda del motor rota, por el tipo de corte, pensamos mal: “este corte fue hecho a propósito”, pero bueno, para no envenenarnos el alma dejamos las cosas por la paz, y nos fuimos por otra hipótesis: “fue el exceso de trabajo y el aumento de la velocidad o revoluciones por minuto”.
Cuando nos explicaron lo del teléfono no nos quedó la menor duda: manos externas, enemigas, hicieron el “trabajito negro” para evitar que saliera al día siguiente El Fronterizo del Sur.
De hecho el día en que tuvimos las dos broncas estuvimos a punto, pero nos ganó la emoción o la inercia o lo que sea, quizá el coraje, pero volvimos a imprimir, con sólo retrasos en los tiempos de entrega, por evidentes razones.
Al tercer día ya tuvimos la banda (llegó primero la de Tuxtla), y al cuarto ya tuvimos las líneas telefónicas y el servicio de Internet, con toda normalidad.
Y entonces pudimos y podemos decirles a los enemigos: NOS
Así de seco, así de pelado, así de grosero, o como quieran.
No nos queda la menor duda: descubriremos a los operadores materiales del atentado, y a los autores intelectuales.
Y no voy a decir que la pagarán muy caro, creo que ya la están pagando, desde que nos convertimos en piedra de su zapato, por lo tanto seguirán pagándolo.
Es más: los quiero retar de una vez.
Inténtenlo de nuevo, viene de ahí, venga, vengan, aviéntense: nos la van a volver a pelar.
Tendrán que recurrir a una de las estrategias de Bin Laden: Lanzar un avión que se estrelle contra el edificio, uno de cuyos pisos ocupa el Fronterizo del Sur, aunque ahí pasarían a traer a alguien que no tiene velas en este entierro: Rafa Ruiz.
Pero dudo que lo hagan, porque además, aún así, al día siguiente volveríamos a aparecer, y no creo que no me crean, ya lo demostramos, por tanto ya valieron caca… huate.
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