Chingao, en mis tiempos no existían el Internet ni, menos, el Messenger. Por eso cómo me costó encontrar novias. Todo tenía que ser de ronco pecho, y para lanzarse había que amarrarse bien los pantalones y, por si acaso, ponerse un short debajo. Un "te quiero" tenía que darse de frente, un "quiero que seas mi novia" no se tecleaba, había que irse a tomar un poco de "comiteco" para agarrar valor y lanzarse. El problema es que cuando ya uno llegaba con la musa de los sueños, con el huelgo todo apestoso por lo borracho, la chica se decepcionaba y nos mandaba de regreso. El "NO" era rotundo. Cuando mucho uno podía acudir al correo postal para enviarle una cartita amorosa a la Dulcinea o candidata a llenar la sala de la casa con hartos hijitos. Pero eso tampoco podía hacerse tan fácilmente porque implicaba riesgos de "alguien" interceptara la carta. ¿Y que tal si quien "interceptara" la carta era la "suegra"? Gran desmadre que se armaba, porque no sólo apaleaban a la muchacha, sino se venían encima los hermanos de ella, con todo y sus chuchos de caza, para rompernos todita la cara, el honor de la familia corría el riesgo de ser mancillado. Así que mejor se enviaba la carta con algún niño, con el gran riesgo de que el chquitío ese rompiera la carta y la leyera, porque si se enviaba con uno que no supiera leer, se la daba a otro que la leyera y entonces el escándalo era mayor. Por todos esos motivos todo tenía que ser de frente, corriendo los riesgos de que la declaratoria amorosa resultara un fracaso por los nervios. Se trababa la lengua, se olvidaba uno de los versitos aprendidos de memoria. Ya no eran aquellos tiempos en los cuales bastaba aventar un pañuelo al paso de la chica, y si ésta levantaba la prenda era que aceptaba, y si la dejaba tirada era que tenía puestos sus ojos en otro galán, más galanote. Yo a lo que acudí normalmente fue a mi guitarra. Ensayar cientos de veces una decena de canciones, siempre encabezadas por "Despierta, dulce bien de mi vida, despierta si te encuentras dormida, escucha mi voz vibrar bajo tu ventana, que en esta canción te vengo a entregar el alma", y luego el popurrí concluía con un… balde de agua fría encima, o una maceta rota sobre la cabeza, o con el cuñado corriendo al artista o pretendiente. En cambio, este compa que aparece en esta foto, de nombre Aude López Angel, tuvo la fortuna de ser soltero noviero ahora, en tiempos del Messenger y de los mensajes de celular. Y, así, chateando, encontró a la musa de sus sueños, una españolita, hermosísima, de nombre Lorena, que inclusive vino a darse sus vueltas a México, y disfrutar en vivo de nuestro mágico Chiapas. Suertudo. Suertuda. Espero que hayan hecho muchos auditos y lorenitas, ya que si no quedaron pues no fue culpa de ustedes, y si fue efectivo ya abrazaremos nuevos sobrinos. Saludos afectuosos. Parece que nunca aprenderemos a hablar con ortografía.
jueves, 14 de septiembre de 2006
Buscando novia por Internet
Chingao, en mis tiempos no existían el Internet ni, menos, el Messenger. Por eso cómo me costó encontrar novias. Todo tenía que ser de ronco pecho, y para lanzarse había que amarrarse bien los pantalones y, por si acaso, ponerse un short debajo. Un "te quiero" tenía que darse de frente, un "quiero que seas mi novia" no se tecleaba, había que irse a tomar un poco de "comiteco" para agarrar valor y lanzarse. El problema es que cuando ya uno llegaba con la musa de los sueños, con el huelgo todo apestoso por lo borracho, la chica se decepcionaba y nos mandaba de regreso. El "NO" era rotundo. Cuando mucho uno podía acudir al correo postal para enviarle una cartita amorosa a la Dulcinea o candidata a llenar la sala de la casa con hartos hijitos. Pero eso tampoco podía hacerse tan fácilmente porque implicaba riesgos de "alguien" interceptara la carta. ¿Y que tal si quien "interceptara" la carta era la "suegra"? Gran desmadre que se armaba, porque no sólo apaleaban a la muchacha, sino se venían encima los hermanos de ella, con todo y sus chuchos de caza, para rompernos todita la cara, el honor de la familia corría el riesgo de ser mancillado. Así que mejor se enviaba la carta con algún niño, con el gran riesgo de que el chquitío ese rompiera la carta y la leyera, porque si se enviaba con uno que no supiera leer, se la daba a otro que la leyera y entonces el escándalo era mayor. Por todos esos motivos todo tenía que ser de frente, corriendo los riesgos de que la declaratoria amorosa resultara un fracaso por los nervios. Se trababa la lengua, se olvidaba uno de los versitos aprendidos de memoria. Ya no eran aquellos tiempos en los cuales bastaba aventar un pañuelo al paso de la chica, y si ésta levantaba la prenda era que aceptaba, y si la dejaba tirada era que tenía puestos sus ojos en otro galán, más galanote. Yo a lo que acudí normalmente fue a mi guitarra. Ensayar cientos de veces una decena de canciones, siempre encabezadas por "Despierta, dulce bien de mi vida, despierta si te encuentras dormida, escucha mi voz vibrar bajo tu ventana, que en esta canción te vengo a entregar el alma", y luego el popurrí concluía con un… balde de agua fría encima, o una maceta rota sobre la cabeza, o con el cuñado corriendo al artista o pretendiente. En cambio, este compa que aparece en esta foto, de nombre Aude López Angel, tuvo la fortuna de ser soltero noviero ahora, en tiempos del Messenger y de los mensajes de celular. Y, así, chateando, encontró a la musa de sus sueños, una españolita, hermosísima, de nombre Lorena, que inclusive vino a darse sus vueltas a México, y disfrutar en vivo de nuestro mágico Chiapas. Suertudo. Suertuda. Espero que hayan hecho muchos auditos y lorenitas, ya que si no quedaron pues no fue culpa de ustedes, y si fue efectivo ya abrazaremos nuevos sobrinos. Saludos afectuosos. Parece que nunca aprenderemos a hablar con ortografía.
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