miércoles, 27 de septiembre de 2006

PSM, MACTUMATZA Y YO



Hace 25 años era yo todo un adonis. Joven y hermoso. Hoy estoy ya viejo y feo, aunque sabroso. Pero ese no es el tema. El asunto es que hace 25 años yo deseaba entrar a estudiar la Normal, para hacer la carrera de maestro. Mi objetivo era llegar a la Escuela Normal Rural Mactumatzá, porque al ser hijo de campesino, y campesino pobre, deseaba llegar al internado y no pagar ni renta ni comida ni colegiatura ni nada, y egresar con mi "plaza automática" a los cuatro años. Por si las dudas decidí participar en los exámenes de selección de dos escuelas: de la "Mactu" y de la Escuela Normal del Estado. Primero fue el examen de la Normal del Estado, y mi alegría fue ver que mi nombre había quedado hasta arriba de la primera hoja de los estudiantes aceptados. Así se lo informé a mis padres y mis hermanos, quienes hicieron verdaderos sacrificios para que el hermanito menor terminara la secundaria. Ya con eso en la mano (hombre prevenido vale por dos, y en el caso de los chaparros por lo menos llegamos a completar uno) me presenté en la Normal Rural Mactumatzá, porque era la meta. Ese examen lo fuimos a presentar en la ciudad de Cintalapa. Y ¿qué creen? Aun cuando se trataba en esencia del mismo examen, no lo pasé, reprobé, me frustré. Lo que no entendí es por qué en un lado resulté un fregón de primera marca, y en el otro exactamente lo contrario, si el examen era el mismo. Después supe la razón: entrar a la "Mactu" era cuestión de "palancas" o "enganches", como le llaman en España. ¿Cómo se operaba para entrar? Así: cada estudiante de la Mactu tenía derecho de meter dos amigos o familiares suyos, cada catedrático también, y cada egresado igual. O sea: estaba copada la normal rural Mactumatzá, la normal rural "revolucionaria" practicaba la corrupción, el amiguismo, el influyentismo. Lo supe el día que el maestro rural que trabajaba en el ejido donde nací, Emiliano Zapata, municipio de Bella Vista, me dijo que cómo diablos no le avisamos de mis intenciones de ingresar a la Mactumatzá, que él "tenía mano" como egresado de esa institución. Lástima Margarito, dijimos. Así que estudié en la Escuela Normal del Estado, en el turno vespertino, porque había que ir a trabajar por la mañana, de ayudante del ayudante del albañil, para apoyar a los jefes que cada vez tenían más gastos y el precio del café se había desmoronado. Cuatro años después egresé y otra vez sufrí la antidemocracia de la Escuela Normal Rural Mactumatzá con el asunto de las plazas. Mientras que los egresados de la Mactumatzá tenían plaza automática, nosotros los de las otras escuelas normales tuvimos que enfrentarnos en un examen de oposición. Cuatro horas respondiendo un examen de 64 cuestiones. Sentados en una sola posición. Cuando el "evaluador" se dio cuenta del predicamento en el que nos encontrábamos nos dio 30 segundos de descanso: "Tomen sus manos entre sí engarzando sus dedos, súbanlas a la altura de los hombros, giren hacia la derecha (tronaron los huesos de todos al unísono), ahora giren hacia la izquierda (volvieron a tronar las osamentas de todos al unísono), ahora sigan con su examen". Fue un verdadero alivio el ejercicio, lástima que sólo duró 30 segundos, o menos. En cambio los señores egresados de la Escuela Normal Rural Revolucionaria Marxista Leninista Maoísta Laborista Extremista simplemente esperaron su plaza muy bien acostados, sin inclinar la cerviz, sin gastar la vista, sin que se le borrara la rayita de la asentadera. Aún así conseguí mi plaza, y no les digo en qué lugar quedó mi nombre porque dirán que soy muy presumido, y sí lo soy, pero no es el tema. El tema es que el mito de la Normal Rural Revolucionaria Marxista Leninista Maoísta Laborista Extremista simplemente debe irse aclarando. Ciertamente los compas egresados de esa institución salen conociendo mucho de marxismo, pero egresan reprobados en la asignatura de la democracia, con sus excepciones. Y prueba de ello es que jamás cuestionaron la situación de privilegio que usufructuaban. Es decir, también reprobaron en la asignatura de la autocrítica. Así que cuando años después Pablo Salazar Mendiguchía les quitó sus privilegios, yo pegué de brincos como no tienen idea. Quizá la mejor contribución de PSM a los procesos de democratización en Chiapas fue eliminar la plaza automática de los egresados de la Mactumatzá. Enhorabuena. Aunque me linchen los "maestros democráticos izquierdistas". Si gustan lo debatimos en el programa de radio "Nuestra Ciudad" de mi amigo Francisco Javier Ruiz Vera, mi candidato a diputado local por el VI Distrito por el Partido Revolucionario Calientista (PRC). Nos vemos.

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