jueves, 17 de agosto de 2006

Fredy Martín Pérez, un valor en Periodismo






Se llama Fredy Martín Pérez. Periodista. De los buenos. De los mejores. Lo mejor en Comitán. Con un largo historial en la materia, con un camino de muchos soles y lunas. Es de las vacas sagradas en Comitán y creo que también en Chiapas.

Con este compa no puedo escribir tonterías, o chistes como dice el Rodolfo Ramírez Zambrano, porque es muy serio el we. Muy formalón. Muy quieto. Muy no sé como.

Si nos vamos al asunto de las calenturas, creo que anda soltero. La criatura que se ve en sus brazos es su sobrina, no su hija. No se desanimen.

De los periodistas chiapanecos que admira un servidor uno de los primeros es Fredy Martín.

Cómo no si él me enseñó mucho de lo que yo tenía que hacer cuando llegué a convertirme en el corresponsal de Cocoso estatal en Comitán. Él y la Rosy Guadalupe Pérez me enseñaron y creo que lo hicieron bien, aunque el alumno no haya sido buen aprendiz. El "quid periodístico" me lo explicó Fredy Martín, espero que así sea el nombre, que no lo haya cambiado por otro.

Pero el Fredy no sólo enseña cosas teóricas y prácticas relacionadas con la técnica de la escritura, también enseña ética.

Y no, para nada, no se anda con rollos y sermones. La ética no se enseña así, y la ética periodística menos. Fredy Martín nos lo enseña con la práctica, con su práctica, con los ejemplos de vida que pone delante nuestros ojos, silenciosamente, sin petulancias, con su modo de ser.

Digo, él lo enseña, uno no aprende. No tiene la culpa Fredy si eso no lo aprendemos, pero él hace lo que le corresponde, lo que le está dado.

Lo que digo lo digo porque me consta, no me lo platicaron, es más, hay quienes no lo quieren y opinan distinto a lo que opina En Caliente, nadie es monedita de oro, la verdad no peca pero incomoda, y este compa ha escrito algunas verdades nada amables, pero las verdades son como son, punto, no tienen adjetivo, no tienen parentesco, no tienen ideología, carecen de subjetividad; al menos es lo que creo.

Lástima que su escuela esté distante de la nuestra, lástima que seguir su ejemplo sea tan difícil, lástima que sus saberes no se transmitan por ósmosis ni por imitación. Y felicidades a quienes tengan la misma escuela: Muy pocos, por cierto.

De plano, compa, con esto que estoy escribiendo por un lado no te sirve de mucho, quizá te critiquen, alguno dirá que me pagaste, otro dirá que querés ser diputado, uno más que presidente, y que me caíste con un buen "chayo" o cueza. No importa por cuanto a mí toca, no sé de tu parte. Espero que no hayan terceros diciendo que te ando soplando la nuca, o al revés jajajaja. Me cae que puede darse ese tipo de agresiones. Ya me imagino al Víctor Mejía cuando lea este texto (es de mis pocos lectores), ya el otro día externé mi admiración a Gabriel Reyes y me dijo puñal, y al gordo le dijo pior. Mínimamente espero eso compadre, que no me acusen de joto, no es por nada, pero prefiero cualquier otro mote de los muchos que he de tener a un ataque a mi hombría, virilidad y machismo jejeje. Porque lo soy y no me remito a las pruebas porque me madrean, para eso está ahí mi mujer, que diga si le cumplo o no y de qué manera. Lástima Margaritas, por si ya se estaban apuntando.

La niña que tiene en sus brazos el Fredy es hija de Rosy, su hermana. Rosy también es gran persona. Que estamos en proyectos distintos, es cierto, pero en el mismo camino. Y en este camino el andar de Rosy también es aventajado, en relación al mío.

Cuando yo andaba sufriendo para redactar un boletín, lo recuerdo bien, ella me enseñó a hacerlo. De forma directa.

Tomó mi asiento y se puso al teclado de mi compu, y comenzó a redactar, delante mis ojos.

En menos de diez minutos tenía listo el "bole", bien hecho, bonito.

Y me explicó: "20 a 25 líneas son suficientes, dependiendo del tema. Párrafos cortos, de preferencia. De cinco línea el máximo". Y me dio otros tips.

Vale la pena recordar esos tiempos y hacer pública, sí, pública y a la luz de quienes leen El Fronterizo, que tenemos gente valiosa.

Fredy Martín y Rosy Pérez son valiosos. Mucho. Y cada vez que sepa que tienen éxitos o que avancen en su proyecto, me sentiré feliz.

Gracias a ambos, ya habrá oportunidad de escribir de otros compas y comas de las letras, de lo mucho que han aportado para que un servidor haya aprendido algo de este oficio.

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