martes, 10 de julio de 2007

Rolando Gordillo


En Las Margaritas, Rolando Gordillo mordió el polvo hace tres años. Pretendió ser candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD), y se enfrentó en un proceso de selección interna a otro tzejebero. Lo apabullaron. Y de coraje se fue del PRD, traicionó al grupo político que le dio de comer, aunque hay que reconocer que, igual, le aportó muchas ideas y le dio brillantez a la gestión de Jorge Luis Escandón Hernández. Pero el trago amargo de la derrota no lo soportó y de ardor, mucho ardor y más ardor, dejó de ser perredista. Este compa, de hecho, es priista de abolengo, por pasión y amor, pues jalan más dos tetas que un par de libros de Carlos Marx y Federico Engels. De tal modo que cuando salió, aquella tarde, del salón social donde le recordaron que no tiene espuelas de político exitoso, ya había decidido retornar a la querencia ideológica de la que nunca debió haber salido. Es decir, sus pasos no eran para salir de ese salón donde le hicieron morder polvo, sino para llegar al PRI. Ya de nuevo en el tricolor, tres años después, ahora pues, pretendió ser candidato nuevamente, y se enfrentó a otra interna, en este caso tricolor. Pero le volvieron a ganar, gachamente, volvió a morder polvo. Ahora no sé qué rumbo tomarán sus pasos. Estoy seguro que no fue sólo para salir del lugar donde pudo confirmar su segunda derrota (vendrán otras más), sino rumbo a otro partido político. No sé cual, no soy adivino. Pero más le vale que no avance más, que detenga su camino, que reflexione en que se verá muy mal que, por otra rabieta, por otra derrota, abandone las filas de un segundo partido. Que se aguante ahí. Es más decente. Que haga como le hizo Víctor Hugo Ruiz Guillén. Hace tres años compitió y perdió, quedó en tercer lugar, pero no abandonó a su partido. Esta vez compitió y ganó; el que perdió fue Rafa Morales, pero éste no se enojó, no hizo rabieta; al contrario, asumió la victoria del otro como la victoria de la democracia, como una conquista más de su partido, fue institucional, le dio un abrazo a quien lo apabulló, y le reconoció su talento y sus aciertos en esta precampaña. Entonces, amigo Rolando, hazlo así. Quédate en el PRI, por favor. Sos mi cuate, me caes bien, por eso te lo digo, en serio. Nunca me has invitado una chela ni, menos, una mi edecán, pero aún así recuerdo tu trato amable. Así que, échale ganas amigo, que venga el futuro, no olvides que el camino del éxito está lleno de fracasos y tropiezos. Y arriba el PRD y el PRI, tus ex partidos jejejeje.

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