“No me hables de tú, no somos iguales”, dice el calenturiento Hugo Eduardo De León Galindo, presunto Super-Asesor en Politología y probablemente en asuntos de gobernabilidad del ayuntamiento de Frontera Comalapa.
Y agrega:
“Tú eres un simple “profesorcillo” de quinta, yo soy un politólogo, y hay mucha diferencia entre nosotros”, palabras más, palabras menos.
Entonces, yo, Disraelí Evánder Ángel Cifuentes, debo tratar de usted al señor Licenciado Politólogo en asuntos de gobernabilidad de Irán Guanerges Mérida Matamoros, y probablemente tenga que hacerlo de esa manera.
Pero, entiendo señor Super-Asesor en materia de gobernabilidad comalapense, Hugo Eduardo De León Galindo, que todos los profesores y también las profesoras de Chiapas y de México deberán tratarlo de usted, no sólo yo. ¿O no es así?
Se lo pregunto, porque el politólogo y fregón es usted, no yo.
Yo simplemente soy un profesor de quinta, según su categorización, y además nacido en un cerro llamado El Plan, del ejido Emiliano Zapata, municipio de Bella Vista, en la mera sierra madre de Chiapas, allá donde a la fecha no contamos con una escuela primaria ni Jardín de Niños y Niñas.
La diferencia, señor Politólogo, es que en mi caso no me avergüenza haber surgido de una cuna humilde, y en cambio a usted sí le molestó mucho que un profesor de quinta que escribe la columna “En Caliente” le recordara que, en sus tiempos mozos, o apenas unos cuantos años, Usted, sí, Usted vendía vestidos de popelina, faldas de tuzor, pantalones de terlenca, pantaletas con corazoncitos y citocol para cambiar de color los vestidos ya usados y pasarlos por nuevos, ahí en el mercado de Comalapa.
Y, en su amplísima sabiduría de Politólogo, me pide a gritos que yo le revele mis fuentes, que quién me pasa la información de su pasado y su presente.
Mi respuesta, también a gritos, a Usted señor Politólogo, fue que a nadie, absolutamente a nadie tengo por qué revelar mis fuentes, es secreto profesional que la constitucional me permite proteger.
Y le reitero, otra vez a gritos para que le quede grabada en la memoria, que ni ante autoridad judicial tengo por qué revelar una información que sencillamente no se me antoja dar a conocer.
Y, de la misma manera, le reitero mi convocatoria a que acuda al estado de derecho para que me demande o me busque para romperme la cara si eso le hace bien, ya que su imagen inmaculada fue mancillada por un profesor de quinta que ahora resulta que también es periodista de novena, aunque no de Novena Estelar, de mi amigo Adolfo G. Carrasco.
¿Entonces? Que venga la demanda en mi contra, la espero gustoso, las leyes y las instituciones están a la mano, ni modo que un Eminente Politólogo en materia de gobernabilidad no sepa cómo proceder.
Pero si gusta también puedo llevarlo de la mano, y explicarle todo con manzanas.
Estoy a sus órdenes.
Ah, y la coca-cola con hielos parece que va a seguir esperando, para el viernes a las diez de la mañana, ahí en Comalapa, en
Eso sí, espero que no me vayas con tu catálogo de vestidos de popelina, faldas de tuzor, pantalones de terlenca, pantaletas con corazoncitos y citocol para cambiar de color los vestidos ya usados y pasarlos por nuevos.
Ah, y tampoco me lleve a su patrón Irán Guanerges Mérida Matamoros, porque si no puede con su mujer y con la presidencia, menos podrá conmigo.
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