domingo, 20 de mayo de 2007

Vacacionar en Chiapas… qué rico

Doña Angelita Mejía Corona vino desde la capital del país a Chiapas a conocer las maravillas naturales de la entidad, a curarse de un molestoso problema de insomnio.

Un poco de aire sin smog ayuda a cualquiera y algo de cielo chiapaneco en los pulmones mucho más todavía.

Incrédula, preguntó: "¿pero de verdad son aguas curativas?", refiriéndose a las de los Baños del Carmen, ubicados allá en el municipio de Venustiano Carranza, camino a Tuxtla Gutiérrez, muy cerca de la cortina de la Presa La Angostura.

Pero se dejó llevar.

Antes de bajar del coche se había puesto el traje de baño.

Con ánimo de disfrutar de la vida y relajarse un poco del ajetreo en el Distrito Federal decidió zambullirse largo rato en las tibias aguas azufradas.




Cuando sacaba el torso del agua alguien le echaba más agüita con las manos, para que no se enfriara su cuerpo, ya que el clima afuera era más fresco.

Luego volvía a sumergirse, a perderse, a calentar músculos, tendones y huesos dentro de las aguas termales.

Poco a poco se fue sosegando, hasta quedar quietecita, sólo con la cabeza fuera del agua, donde ocasionalmente se rociaba chorritos con sus manos convertidas en jícaras.

Ella no tomó cerveza como muchos otros paseantes de al lado, que así se la pasaban en esas calientes aguas que nacen ahí mismo, delante los propios ojos de quienes ahí nadan.

Simplemente pidió su coca con harto hielo.

Cuando pidió de comer se le antojó una su mojarra grandota, cocida sin grasa.

"Quiero mi mojarra en su jugo; mire…", comenzó a explicar de qué tamaño estaban sus antojos, o la receta que se le inchó en los ovarios comer el pasado fin de semana.

"Coloca usted un pedazo grande de papel aluminio, sobre eso un par de hojas de Hierba Santa (momón), ahí pone usted mi mojarra, la rellena de rodajas de chile, cebolla y jitomate, adereza eso con ramitas de hepazote, y las coloca 7 minutos al comal, de uno y otro lado", le dijo.

Un cuarto de hora más tarde ella tenía enfrente la mojarra cocida tal y como la pidió.

Y comenzó la comilona, tomándose ella el tiempo necesario para evitar desaguisados con las espinas de la mojarra.

Después de comer el pescado hasta dejar sólo un montón de huesos se le vio con mirada un poco distraída, el ambiente la andaba absorbiendo.

Alguien le pidió una hamaca para reposar la mojarra en su jugo, la coca con hielos, el manguito verde..

Y dejó caer sus escasos70 kilos.

Un minuto después se había abandonado, total y absolutamente a los brazos de Morfeo.

Y ahí se quedó.

Cuando horas más tarde le dijeron que debían regresar a casa alcanzó a reunir fuerzas para subir al auto, para otra vez abandonarse al dios del sueño.

Al pasar frente a Tzimol le quisieron enseñar el Velo de Novia de las Cascadas del Chiflón, ella abrió un segundo los ojos, pero poco le importó la belleza de esa hermosa caída de agua, de más de 70 metros.

Simplemente Doña Angelita había matado el insomnio, con la ayuda de las relajantes aguas de los Baños del Carmen, porque cuando llegó a casa de sus familiares a Comitán siguió así: como la bella durmiente.

Y sigue así: deliciosa y envidiablemente dormida, a pierna suelta, roncando hasta lastimarse la garganta.

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