domingo, 20 de julio de 2008

Martín "arenero" enfrentará la justicia

Martín de Jesús Gordillo Abadía, originario de Tzimol, Chiapas, podría ir a la cárcel en los próximos días. Su delito: fraude. Algo así como 3 millones de pesos.

Defraudó cientos de miles de pesos a gente pobre, humilde, necesitada.

Ahora sé que la cantidad que se llevó fue arriba de 30 mil pesos por cada persona.

Para algunos 30 mil pesos puede parecer muy poco, pero para otros es dinero de toda una vida de esfuerzos.

Hay quienes, de hecho, jamás verán esa cantidad junta en sus manos, bolso o billetera.

Pero el líder arenero supo juntar alrededor de 3000000. Son muchos ceros, no caben en la calculadora, en letra son tres millones de pesos.

Para eso tuvo que engañar a la gente, mentir.

Como no todos los días se vende arena y no sabe vivir con el sudor de su frente, honradamente, se puso a vender ilusiones, sueños y mentiras.

Lo que es no saber trabajar ni conocer la vergüenza.

Comenzó a decir que tenía buenas relaciones en el gobierno, en la Coordinación de Transporte.

"Puedo conseguir unas concesiones para usted”, decía.

"Con eso van a poder trabajar, ganarse el pan de cada dia honradamente”, reiteraba..

Y a los que no tenían carro para ruletear les decía que no era necesario, pues podían dar la concesión rentada y ganar dinero seguro, sin exponer el carro, que generalmente requiere de mantenimiento.

Y le creyeron.

Algunos vendieron terrenos, animales; otros sacaron el dinerito que tenían guardado debajo del colchón y unos más pidieron dinero al premio, o combinaron ambas.

El ladrón decía que se animaran a juntar la primera parte, de 20 mil pesos. “Los otros diez mil me los dan cuando yo les entregue la concesión, porque a mí no me gustan las trampas, aquí me dan los diez mil y aquí les doy su cocesión”, decía el sinvergüenza

En realidad era simple estrategia para asegurar los primeros veinte mil pesos. Y lo consiguió.

Y al poco tiempo, con harto dinero en su mano, compró un carro, luego agrandó su casa, poniéndole otro piso, y hasta una lancha con motor fuera de borda adquirió, para uso personal y familiar, allá en la presa La Angostura.

Hizo su agosto, el señor.

Con ese dinero viajaba a Comitán, Tuxtla y México, y aunque lo hacía para divertirse con lindas chicas, él contaba que era para tramitar las concesiones.

Poco a poco fue quedando chato, silencioso, pero de pronto se le alumbró el foco y en lugar de esconderse comenzó a ir de casa en casa, en cuatro municipios distintos, a decir que ya estaban las concesiones y que dieran los diez mil restantes o, en su defecto, mejor que se olvidaran de los 20 mil que habían dado.

“Miren, junten la paga, qué tanto es tantito, ya es el último jalón, 10 mil pesos y les traigo su concesión, si no me los traen no podré conseguirles nada, esas concesiones se irán a otro lado, mi contacto ya me está urgiendo ese dinero”.

Y la gente inocente hizo lo imposible para conseguirlo.

Uno de los afectados de plano decidió irse hacia los Estados Unidos a ganar ese dinero, no sin antes decirle a su papá que le ayudara a conseguir diez mil pesos, pues él iría al otro lado del Río Bravo a ganar esa lana y que de allá le estaría mandando la paga.

El que debió ir a trabajar de bracero es el también vendedor de arena, muy amigo del alcalde tzimolense, Miguel Angel Morales Vives, con quien ahora está haciendo grandes negocios, vendiéndole todo más caro. Dime con quién andas y te diré quién eres.

Ahora Martín arenero enfrentará a la justicia por los cargos de fraude.

Ya hasta le pusieron abogado de la presidencia para enfrentar los cargos.

Pero más le vale irse a los USA a esconderse e intentar trabajar honradamente, una vez en su vida, o simplemente huir, escapar.

Ya no estamos en los tiempos de la impunidad, o ya no tanto, al menos.

Si los afectados decidieran hoy mismo meter al bote a Martín arenero fálcimente lo lograrían, de eso no me gueda la menor duda.

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